A los dioses se les llama Kamis. Son los que están colocados en lo alto, por tanto, los que son adorados. Cada dios representa una fuerza de la naturaleza: el sol, el trueno, los lagos, los ríos,… Todos los Kamis tienen una apariencia humana. Existen Kamis en la Tierra y Kamis en el cielo. Para comunicar entre ellos, entre la tierra y el cielo, los Kamis envían a mensajeros.
Los Kamis tienen gustos propios, similares a los humanos, y se deleitan con la poesía, la danza y la música, al tiempo que rechazan la muerte y el derramamiento de sangre, lo que viene a ser la impureza.
A los Kamis se les rinde culto en lugares sagrados, y tal vez esos lugares no sean los templos y quizás puedan ser un bosque, un río, una playa, una isla o una montaña…
Los Kamis tienen gustos propios, similares a los humanos, y se deleitan con la poesía, la danza y la música, al tiempo que rechazan la muerte y el derramamiento de sangre, lo que viene a ser la impureza.
A los Kamis se les rinde culto en lugares sagrados, y tal vez esos lugares no sean los templos y quizás puedan ser un bosque, un río, una playa, una isla o una montaña…
En la historia de los dioses sintoístas destacan los Kamis primigenios Izanami e Izanagi, que forman el mito sobre la creación de Japón.
Los japoneses a menudo hacen ofrendas a los Kamis, con la intención de subsanar problemas de salud, familiares, etc. El emperador japonés también es muy venerado, ya que es considerado como descendiente del Kami Taiyō (dios sol).